Por Padre Antonio Bogaz, fdp
Por cierto, como todos los seres humanos, yo no sé como dejaré este mundo, ni tampoco cuando, ni como; incluso es mejor no saberlo; este es uno de los designios de la voluntad de Dios en su infinita sabiduría.
Si me fuera posible decidir yo quisiera morir muy viejito, sea cuando sea, pero me gustaría muchísimo morir dando clases o celebrando la Eucaristía.
Son tantas las cosas que hacemos en la vida, algunas que elegimos, otras que nos piden hacer y que son la razón de nuestra existencia, de nuestra vida. Todos tenemos motivaciones para levantarnos por la mañana. Como la madre que se levanta para preparar el desayuno para sus hijos, el padre que deja su casa para trabajar y sustentar a su familia, los niños que preparan su futuro en la escuela.
Todos los curas hacemos cosas que nos dan mucho placer y con mucho gusto, pero también cosas más difíciles, con las cuales no nos identificamos mucho. Es así para todos los hijos de Dios. Igual es para los curas, las hermanas y no es distinto para mí. Pero todos aprendemos a encontrar placer en lo que hacemos, porque es para el bien de los hermanos, para el progreso social, para el crecimiento del Reino de Dios. Aprendí, por esto, hacer lo que amo, hacer y amar lo que debo hacer, por mi misión, mi opción de vida.
Así es para mí el sacerdocio. Vivir y hacer las cosas que creo en mi corazón, y que tantas veces se las hace con sacrificio. Lo valioso del sacrificio es la renuncia de sí mismo por algo más importante para los hermanos. Y si es importante para los hermanos, es importante para nosotros. El propio Jesucristo hizo muchos sacrificios y renuncias, tantísimos. Don Orione vivió una vida de renuncias en favor de los hermanos.
Piensa lo mismo para ti, que lees estas líneas. ¿Puedes hacer un sacrificio por algo más grande, más noble? Los curas y las hermanas renuncian, por ejemplo, a la formación de una familia de sangre. Por cierto, les hace falta, pues está en el orden natural de las cosas. Imagínate que también muchos revolucionarios hacen renuncias grandes. Es preciso tener ideales. Pero ten en mira algo mas elevado.
Yo doy clases desde algunas décadas. Y desde hace tres, celebro la Misa todos los días, y algunos días, más veces incluso. Esto es lo que me realiza, compartir con los estudiantes las maravillas de los conocimientos que he recibido gratuitamente. Y por supuesto, los sacramentos. Es una alegría compartir las gracias divinas y sentir juntos la presencia de Dios.
Cada uno puede realizar sus dones en la vida y muy fuertemente en la consagración religiosa, esto tiene renuncias, está bien, pero no me preocupo de ellas, caso contrario no se puede ser feliz. Todavía tengo mucho que hacer y en ese servicio encuentro mi realización.
Así, si se pudiera elegir, quisiera morir enseñando o celebrando. Porque así viví los momentos más iluminados de mi vida. Y lo que viene después, sólo lo conoce Dios. ¿Por qué no piensas tu también en sacrificios y renuncias y te haces sacerdote o hermana?
Continuarás la misión de tantos que pasaron la vida enseñando y celebrando. Esto eterniza la presencia de Dios en el corazón de la humanidad. La Eucaristía y su Palabra.
El Padre Antonio Bogaz es sacerdote orionista brasileño. Es doctor en filosofía y teología. Actualmente sirve como párroco y profesor universitario de teología en Sao Paulo. Es también artista plástico, cineasta y autor de diversos libros sobre patrística, liturgia, y culto a los santos.
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